martes, 23 de julio de 2013

Historias Callejeras: Adagio

Siempre he pensado que la locura y el amor son más parecidos de lo que se cree; ya que por definición la locura es hacer siempre lo mismo y esperar distintos resultados y bueno, el amor no puede estar más cerca a eso.
Ella había dejado de creer hace mucho tiempo en generar apegos, menos en enamorarse. Consideraba que era un estado de vida no viable y lo esquivaba  en cada esquina que doblaba.
Él por su lado creía fervientemente en el amor romántico. Ese que viene con rosas, chocolates, sunsets y demás. Y a pesar de los repetidos fracasos, catástrofes mejor dicho, el seguía creyendo en este como buen hombre de fe.
Ella se dedicaba básicamente a evitarlo, él por su lado vivía buscandolo. Y como la vida es cabronamente inteligente decidió juntarlos. 
Al principio ninguno entendía bien que pasaba. Ella juradísima que era cosa de una semana y él pensando en happily ever after. Pero, a medida que pasaron los días, semanas y meses; ella se vio no queriendo irse y él no teniendo la necesidad de pedirle que se quede.
Tiempo después ella decide irse, sin explicaciones. No eran necesarias, siempre estuvo dentro del patrón esto de abandonar las cosas. Por el otro lado él, se quedó sin entender nuevamente porque las cosas no funcionaron. No había explciación más que era una jugada mala más para ambos.
Ella siguió igual de evasiva y escapista. Él no dejo de creer jamás en que las cosas pasan por algo. Hoy se la encontró y se sentaron a tomar un café. Sin mucho que decir sólo se dedicaron a reir. Reían porque sabían que era casi imposible cruzarse en una ciudad tan grande tanto tiempo después siendo tan iguales. Reían porque se sentía igual que hace un par de años. Pero principalmente reían porque les parecía loco poder volver a lo mismo teniendo un final distinto.

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